Con presencia en Menorca desde los años 70, la familia Solano Molins empezó su proyecto vinícola en 2003 con el propósito de crear felicidad a través de la elaboración de vinos de alta calidad. La afición gastronómica, la artesanía y el cuidado por el medio natural son los pilares de la bodega, que tiene la voluntad de integrar esta cultura en la tierra menorquina.
Lanzaron su primer vino al mercado en 2008 y actualmente la bodega tiene una producción artesana de 13.000 botellas al año. Elaboran cuatro vinos distintos, dos tintos y dos blancos, haciendo la selección de uvas con el punto de madurez fenólica que expresa la mineralidad del terreno calcáreo.